San Agustín

¿QUIÉN ERA SAN AGUSTÍN?

San Agustín, nacido el 13 de noviembre de 354, fue uno de los tres hijos de Patricio y Mónica, pequeños agricultores de Thagaste (hoy Souk Ahras, en la frontera de Argelia y Túnez). Augustin y su hermano y hermana tuvieron una infancia feliz allí. No le gustaba la escuela y su brutalidad. Pero su inteligencia no tardó en brillar, y sus padres hicieron todo lo posible para fomentar su éxito, que esperaban que les beneficiara también a ellos. Así que tuvo una excelente educación primaria, secundaria y finalmente universitaria en Cartago; y pronto se convirtió en profesor de literatura.

Su madre, la futura Santa Mónica, era una buena cristiana. Su padre, Patricio, era un pagano que no se oponía a que la madre diera a sus hijos una educación cristiana. Cuando era un bebé, Agustín recibió el sacramento de los catecúmenos: la señal de la cruz en la frente, los granos de sal en los labios, lo que solía llamarse los "ritos preliminares" del bautismo. Más tarde, cuando tenía unos siete años, cayó gravemente enfermo y, en peligro de muerte, pidió urgentemente el bautismo. Pero se recuperó y la ceremonia se pospuso. De hecho, en aquella época había dos categorías de cristianos: los "fieles", que habían recibido el bautismo y prometido vivir como cristianos, y los "catecúmenos", que preferían quedarse cómodamente en el umbral, diciéndose que siempre habría tiempo para hacer lo necesario más adelante.

Así, Agustín fue siempre cristiano: había bebido, dice en sus Confesiones, el nombre de su Salvador con la leche materna, y lo guardaba en lo más profundo de su corazón de niño. Pero es probable que no pensara mucho en ello durante los años un poco locos de su adolescencia.

Entre la sabiduría y la pasión

A los 17-18 años, mientras estudiaba en Cartago, conoció a una mujer que le dio un hijo. Lo llamaron Adeodato, "Dado por Dios". Adeodato fue bautizado a la edad de 15 años, al mismo tiempo que su padre, en la noche de Pascua del 387. Pero murió prematuramente a los 18 años.

Entretanto, cautivado por un diálogo filosófico de Cicerón, desgarrado entre su amor a la Sabiduría (filosofía) y sus pasiones de joven ardiente y ambicioso, Agustín se embarcó en una larga búsqueda de la Verdad. Intentó leer la Biblia, pero le desanimó el mal latín de las traducciones antiguas. Leyó todas las obras filosóficas que pudo encontrar, unas veces seducido por el escepticismo, otras por el epicureísmo. Estaba en una búsqueda.

Luego fue seducido por la secta maniquea, que frecuentó durante casi nueve años. Esta secta, que pretendía ofrecer una explicación racional del mundo, tuvo una gran influencia en los círculos aristocráticos del siglo IV en el norte de África. Tras su conversión, a través de las Confesiones y otras obras, San Agustín se propuso combatir enérgicamente el maniqueísmo tanto dentro como fuera de la Iglesia.

A la edad de 29 años (en el 383), abandonó Cartago para dirigirse a Roma, y luego a Milán, la residencia imperial, donde obtuvo una cátedra. Se convirtió en funcionario: ¡fue la cima de su carrera! Joven y ambicioso, Agustín perseguía los honores, la riqueza y el matrimonio. Quería ser gobernador provincial para empezar, y luego entrar en el orden senatorial... Su madre se reunió con él en Milán y trató de encontrarle una esposa rica: ¡se necesita dinero para entrar en política! Agustín se resignó a repudiar a la mujer que había sido su compañera durante dieciséis años: dijo que su corazón estaba destrozado...

Conversión y bautismo

A su llegada a Milán, Agustín hizo una visita de cortesía al obispo Ambrosio, que lo recibió paternalmente. Acostumbraba a ir a escucharle los domingos, al principio para evaluar el talento del orador. Pero su corazón se fue abriendo a la verdad del discurso. Descubrió el significado espiritual del Antiguo Testamento. Este fue un acontecimiento trascendental: Agustín podía ahora llamar a la Biblia su hogar.

Después de leer a los filósofos platónicos, que le aconsejaron que se volviera hacia dentro desde el exterior, es decir, que se "convirtiera", entró en sí mismo, bajo la guía de Dios, y descubrió la espiritualidad pura del alma y de Dios, su creador.

Pero Agustín seguía preguntándose por la personalidad de Cristo. Lo imaginó como un hombre de gran sabiduría, que, según los Evangelios, había comido y bebido, dormido y caminado, se había alegrado y entristecido, había conversado con sus amigos, y así había vivido una verdadera vida humana. Pero no tenía idea del misterio del "Verbo hecho carne", hasta que Simplicio, un gran intelectual cristiano, le presentó el Prólogo del Evangelio de Juan como resumen de la doctrina cristiana: Cristo es a la vez el Verbo, la Palabra de Dios en Dios, y el Verbo hecho carne, el hombre Jesucristo, Mediador de Dios y de los hombres. Este fue otro momento importante: Agustín descubrió la coherencia del pensamiento cristiano.

Pero todavía tenía que adecuar su vida al cristianismo. Esto no fue fácil. Un día se produjo una crisis decisiva en el jardín de su residencia en Milán. Después de un momento de gran agitación, se dejó caer bajo una higuera y dejó fluir sus lágrimas. Fue entonces cuando oyó la voz de un niño que cantaba: "¡Toma, lee! ¡Toma, lee!". Tomó el libro de las cartas de San Pablo, lo abrió al azar y leyó: "Nada de orgías y borracheras, nada de lances y desenfrenos, nada de contiendas y envidias, sino revestíos del Señor Jesucristo, y no os ocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias" (Romanos 13,13-14). Esto es suficiente para disipar la oscuridad de la duda.

Al final del año académico, Agustín, su familia y dos jóvenes discípulos se retiraron a una villa en las colinas del norte de Milán, proporcionada por un colega. Allí pasaron meses de silencio, dedicados a las discusiones filosóficas, a la meditación personal y a las oraciones al son de los Salmos, que Agustín encontró inspiradores.

En marzo de 387 volvieron a Milán para inscribirse en el bautismo. Agustín, uno de sus amigos y su hijo Adeodato asistieron a la catequesis de Ambrosio. En la noche de Pascua del 24 al 25 de abril de 387, como los demás, Agustín fue bautizado por Ambrosio en la piscina bautismal.

Jubilación anticipada

Agustín no tenía nada más que hacer en Italia. Partió hacia su casa con su familia. En el otoño del 387 se encontraban en Ostia, a la espera de embarcarse hacia África. Allí, Agustín y Mónica, apoyados en una ventana, experimentaron juntos un momento de dicha mística, el "éxtasis" o "contemplación" de Ostia. Cinco días más tarde, Mónica enfermó de fiebre y murió al cabo de nueve días, a la edad de cincuenta y seis años.

De vuelta a casa en el año 388, Agustín y sus compañeros se instalaron en la casa familiar de Thagaste. De vuelta al norte de África, fundó una pequeña comunidad contemplativa. Fue llamado como sacerdote y más tarde como obispo en Hipona. Luchó continuamente contra las desviaciones de la fe cristiana. Murió en 430, durante el asedio de su ciudad Hipona por los vándalos. Doctor de la Iglesia, es uno de los cuatro "Padres de la Iglesia Occidental", junto con San Ambrosio, San Jerónimo y Gregorio Magno. P. Goulven Madec, Asuncionista, Itinéraires augustiniens, n° 28 (julio 2002)

¿Por qué Agustín sigue siendo importante hoy en día?

Según Marcel Neusch, teólogo asuncionista (1935-2015), la espiritualidad de Agustín no consiste en otra cosa que en hacer la verdad sobre la propia vida y orientarla hacia su verdadero bien. Y esta búsqueda de la verdad tiene siete elementos:

  1. El motor de la búsqueda de la verdad es el deseo, el amor;
  2. Esta búsqueda se lleva a cabo siguiendo un camino que va de lo exterior a lo interior, de lo inferior (placeres fáciles) a lo superior (verdadera autorrealización);
  3. Esta búsqueda es obra de la gracia. El hombre no puede atribuirse ningún mérito;
  4. Esta búsqueda requiere estar atentos a los signos que Dios hace a través de los demás, de los acontecimientos, de las lecturas... Pero Dios también habla dentro, y es la fe la que se abre a su verdad;
  5. Esta búsqueda requiere discernimiento, que se realiza a través del diálogo con personas experimentadas;
  6. La comunidad es el lugar privilegiado para verificar el compromiso de seguir a Cristo;
  7. La búsqueda de la verdad debe despertar la urgencia apostólica.

En cuanto a la vida religiosa, Agustín sigue siendo muy importante, ya que muchas órdenes o congregaciones viven bajo la autoridad de su regla:

  • Orden de San Agustín o Agustinos (OSA, Ordo Sancti Augustini): https://www.theaugustinians.com/
  • Orden de los Agustinos Descalzos, o simplemente Agustinos Descalzos (OAD, Ordo Augustiniensium Discalceatorum): fundada como movimiento de reforma en el siglo XVI a partir de la Orden de San Agustín, se constituyó como Orden independiente en 1931.
  • Orden de Agustinos Recoletos, o simplemente Agustinos Recoletos (OAR, Ordo Augustinianorum Recollectorum): también fundada como movimiento de reforma en el siglo XVI, se convirtió en una Orden independiente en 1912.

Varias Congregaciones de Vida Apostólica, con Constituciones propias pero agregadas espiritualmente a la Orden Agustiniana, en particular los Agustinos de la Asunción o Asuncionistas agregados el 27 de noviembre de 1866 y renovado el 25 de marzo de 1929.