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Fiesta de san Agustín
Feliz fiesta de san Agustín
Italia
En mi breve mensaje con ocasión de la fiesta de la Asunción, les decía que todavía estaba en Filipinas realizando los trámites para obtener el visado que me permitiera instalarme en Roma. Me alegro comunicarles que ahora me encuentro en nuestra comunidad de Due Pini de Roma desde el jueves 24 de agosto. Gracias por sus oraciones y buenos deseos.
Hoy vengo para desearos a todos una feliz fiesta de San Agustín. Es nuestra fiesta. Somos Agustinos de la Asunción. Al día siguiente de mi llegada a Roma, tuve una sesión de trabajo con el Hermano Didier Remiot (antiguo Ecónomo General). Le pedí que me ayudara a echarle una mirada a la situación financiera de nuestra congregación. Recuerdo que, durante nuestra reunión, no dejaba de repetirme lo siguiente: "Siempre he pedido a los ecónomos que no toquen al portafolio". Sí, es un patrimonio que tenemos que guardar celosamente para nuestra seguridad financiera. Esto me hizo pensar directamente en otro patrimonio que tenemos: nuestro patrimonio espiritual. Para éste, la recomendación es exactamente la contraria y puede verse como un mandato: tenemos que recurrir a él todos los días. Este patrimonio es inagotable. Y, como sabéis, nuestro patriarca San Agustín ocupa en él un lugar de honor.
Es cierto que cuando san Agustín escribió sus Confesiones, lo hizo ante todo para alabar a Dios. Al confesar la alabanza a Dios, quería renovar su propio fervor recordando cómo Dios había obrado maravillas en su vida, y así ser cada vez más consciente de su necesidad de Dios. Pero, como él mismo dice, era también para los demás. Quería acompañar a los que estaban en un camino como el suyo, para animarlos a confesar la misericordia de Dios. En el libro II de sus Confesiones, san Agustín lo expresa así: "Cuento esta historia, pero ¿a quién? No es a ti, Dios mío, sino que, ante ti, la cuento a mi raza, al género humano, por pequeña que sea la porción de los que se encuentren con este escrito. ¿Y por qué he de hacerlo? Evidentemente, para que yo, y mi posible lector, podamos considerar desde qué profundidad debemos clamarte. Y qué más cerca que tus oídos, para un corazón que te confiesa y vive de la fe" (Confesiones, Libro II, 3,5).
Con tantas cosas que pasan a nuestro alrededor, parecemos perdidos. Sin saber qué hacer ni cómo hacerlo. Pero el Padre d'Alzon, en su instrucción de 1868, nos pide que continuemos nuestro trabajo tal como Dios nos lo propone: sin lamentaciones inútiles por el pasado y sin esperanzas decepcionantes para el futuro. (E.S. p. 142-143). Para lograrlo, necesitamos saber escuchar a nuestro maestro interior. San Agustín está ahí para iniciarnos en esta escucha porque, al fin y al cabo, el fruto de esta escucha es el amor verdadero. Y lo que hagamos con él siempre será bueno. "¡Ama y haz lo que quieras!
Que la celebración de hoy nos lance de nuevo a la aventura de Dios dejándonos transformar por él. San Agustín es una figura que sigue inspirándonos. Gracias a aquellos de nuestros hermanos asuncionistas que han descubierto esta gran riqueza agustiniana y que nos han ayudado a hacerla más accesible a los principiantes. Esta es una oportunidad para rendir homenaje a nuestros hermanos como los Padres Goulven Madec, Marcel Neusch y Edgard Bourque y para animar a los más jóvenes como los Padres Nicolas Potteau, Jean-François Petit y otros.
¡Feliz fiesta a todos! Y que San Agustín, nuestro patriarca, siga inspirándonos, especialmente en este tiempo de turbulencias para nuestra Iglesia, pero en el que todavía son perceptibles los signos de la acción de Dios y de su Reino. Solo tenemos que seguir aprendiendo a discernirlos. Y san Agustín está aquí para ayudarnos. Que los que hoy celebran el aniversario de su primera profesión, y los que están a punto de hacerla, encuentren aquí la expresión de mi oración para que crezcan siempre en el espíritu agustiniano para la vida y la misión.
¡Feliz fiesta a todos!
Ngoa Ya Tshihemba, aa
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