News
Celebrar en familia la fiesta de San Agustín
Mensaje del Superior General
Roma
Vuelvo a dirigirme a vosotros tras la hermosa experiencia de Lourdes, donde tuve la alegría de celebrar con otros hermanos y hermanas la solemnidad de la Asunción. Este mes de agosto es como un tiempo de renacimiento para nosotros, porque nos sumerge, a través de las celebraciones, en el recuerdo de nuestras raíces. Hoy es santa Mónica y mañana será san Agustín. ¡Feliz fiesta a todos!
Este año aquí en Roma, motivados evidentemente por la elección del cardenal Prevost como sucesor de San Pedro, celebraremos las dos fiestas, la de Santa Mónica el 27 de agosto y la de San Agustín el 28 de agosto, junto con toda la familia agustiniana, en la basílica de San Agustín del Campo Marzio. Recordemos que en esta basílica se encuentran los restos de santa Mónica. Inicialmente fue enterrada en Ostia, pero posteriormente sus restos fueron trasladados a esta basílica del Campo Marzio, donde residen los agustinos encargados de la basílica.
Una muestra de fraternidad y espíritu de familia que se reconstituye al menos aquí en Roma. La semana pasada recibí en nuestra comunidad de Due Pini a unos amigos filipinos, todos ellos de la gran familia agustiniana. Éramos ocho, de cuatro congregaciones diferentes que se reivindican de la espiritualidad agustiniana. Solo queríamos pasar un rato juntos. Pero, entretanto, nos invadió el deseo de hacer algo juntos en un futuro próximo. Lo que nos une en la familia agustiniana es, ante todo, el amor a Dios y al prójimo. La vida en común y la fraternidad son su expresión concreta. Sin duda, es el Espíritu el que nos invita a predicar primero con el ejemplo: comenzar por una verdadera fraternidad interna. Y los que nos vean vivir así dirán: «Mirad cómo se aman». ¿No es eso vivir el mandamiento nuevo? «En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os amáis unos a otros» (Juan 13, 35).
El papa Juan Pablo II dijo en un discurso a los participantes en el simposio de la familia agustiniana durante la audiencia privada del 14 de noviembre de 1987: «Todos, en la Iglesia (...) nos sentimos discípulos e hijos de san Agustín por la profunda influencia que ha ejercido sobre las generaciones que se han sucedido a lo largo de los siglos. Por esta razón, he exhortado a los institutos religiosos, masculinos y femeninos, que llevan su nombre y viven bajo su protección o que, de alguna manera, siguen su regla, a profundizar en su estudio y a difundir su conocimiento y devoción».
Como herederos espirituales de este hombre incomparable, según la expresión del mismo san Juan Pablo II, recemos para que este deseo de acercarnos a nuestros hermanos y hermanas prevalezca sobre todos los demás deseos.
En la Asunción ya vivimos una cierta solidaridad que hay que reconocer y por la que debemos dar gracias. Pero recientemente, el hermano Didier Remiot, responsable de la Oficina de Desarrollo y Solidaridad (BDS), me comunicaba una preocupación: las respuestas a la campaña de solidaridad del año 2025 son muy escasas. La difusión del conocimiento y la devoción de san Agustín se realiza también a través de gestos concretos. Por lo tanto, seguimos esperando las respuestas de las comunidades. Permítanme recordar también los gestos de esperanza que debe discernir cada comunidad (Movilización para un gesto de esperanza con motivo del año jubilar. Carta del 2 de enero de 2025).
¡Feliz fiesta una vez más a todos nosotros! Que estas celebraciones sean ocasiones de convivencia, pero también de recuerdo para todos nosotros, religiosos y laicos, que compartimos este legado del que nos sentimos orgullosos.
¡Feliz fiesta!
P. Ngoa Ya Tshihemba, a.a, Supérieur Général